Mi Árbol Genealógico

Este análisis de mi árbol genealógico se basa en las enseñanzas de Metagenealogía de Alejandro Jodorowsky, una herramienta que nos permite ser consciente de los patrones heredados en nuestras familias, para que podamos liberarnos de ellos y actuar desde nuestra propia conciencia. El objetivo de esta práctica es reconocer dinámicas que no nos pertenecen y que, si no las transformamos, corremos el riesgo de repetirlas.

En este artículo, me voy a centrar exclusivamente a hablar de las dinámicas presentes en mi árbol, relacionadas con el concepto de Maldad del que trata este blog, y voy a conectarlas además con los "niveles de conciencia" que Jodorowsky describe en sus obras.

El nivel de conciencia que predomina en mi árbol genealógico es el infantil, aunque las personas cuyo nombre se encuentra subrayado o encuadrado (aquellos que considero peores) se situarían dentro del nivel de conciencia más bajo, el animal. El grado de conciencia más alto que alcanza mi árbol genealógico (y lo hace tan sólo de manera puntual) es el adolescente, estando este tan solo un nivel por encima del infantil. 

Todas las personas presentes en mi árbol genealógico, a excepción de mi abuelo materno, Curro, entran dentro de las dinámicas de Maldad que me han afectado profundamente y que son las que vamos a analizar en este blog. En el mejor de los casos, sus dinámicas ante la Maldad son de negación o normalización, en el peor, es ocultación y apoyo. 

En este árbol genealógico se reflejan las relaciones que se han ido transmitiendo de generación en generación, marcadas por una tradición de violencia física. El hecho más sonado y por el que se conoce a mi familia entera es que el hermano de mi abuela materna, José, tiró una bota a su mujer y la mató por el golpe. A partir de este suceso, el apodo por el que se nos conoce es 'Botazo'. Todos en mi árbol somos 'Botazo'. Yo también soy 'Botazo'. 

Pero la violencia presente en mi familia no se limita a este hecho y esta ha sido ejercida fundamentalmente hacia niños. El hermano de mi abuelo paterno, Francisco, pegaba a todos sus hijos varones, tres (tuvo cuatro en total): Antonio, Paco, Pepa y José María. El primero, Antonio (nombre y primer apellido igual que el de mi padre) quiso prender fuego a la casa con la mujer y los hijos dentro. Afortunadamente no ardió. El último, José María, quiso matar al segundo, Paco, con una pala para recoger estiércol.

Mi padre, Antonio, maltratador de niños, pegaba a sus hijos, también tuvo cuatro. Me maltrató físicamente y de manera continuada desde una edad que no puedo recordar hasta los 15 años, cuando me fui a casa de mi abuela materna junto con mi hermana. 

Mi hermano, el más pequeño, Francisco Javier, me rompió un dedo pegándome. Me lo cogió, me lo apretó como si fueran unos alicates y me dijo: "Mira, así".

Que no aparezcan en el árbol, pero que también se incluyan en la tradición familiar de violencia, está la prima hermana de mi madre, hija de mi tía abuela, Encarnación, a la que le pegaba el marido. 

Por suerte, el árbol no se está reproduciendo en demasía: Mi madre era hija única, mi padre tuvo una hermana (nunca se casó ni tuvo hijos) y, de mis hermanos, tan sólo mi hermana tiene dos niños varones. 

"Cuando en el árbol se suceden varias generaciones dotadas de un nivel de Conciencia muy bajo, el propio árbol tiende a autoeliminarse... Para contrarrestar esta tendencia a la autodestrucción, el árbol genealógico va a engendrar en su seno uno o varios descendientes conscientes para que le salven de sí mismo. Paradójicamente, estos "mutantes" del árbol genealógico son frecuentemente considerados como raros u ovejas negras por su familia" (página 174, Metagenealogía).

A pesar de los esfuerzos del árbol genealógico, primero por callar y luego por culparme y aislarme, hace años que tomé conciencia de sus trampas. Todo lo que me dijeron no era más que un reflejo de lo que ellos eran, de su intento por ocultar su propia maldad intrínseca y señalarla en mí. Por eso este blog se llama MALA, un guiño a la idea de que la Maldad se proyecta, no sobre todos los demás, sino sobre los que no son como ellos. Durante años fui la oveja negra y yo les repudié, como castigo. Lo que escribo aquí es el resultado de la toma de conciencia que tuve que atravesar para liberarme de aquel "manojo" en el que me habían convertido y empezar a ser quien realmente soy: libre y consciente de sus manipulaciones y de cómo la Maldad opera.

En todos los niveles de mi árbol genealógico, desde los bisabuelos hasta mis hermanos, los grados de conciencia que se aprecian son muy bajos. Esto ha generado un estado de Carencia inherente, que hace imposible satisfacer las necesidades afectivas y emocionales (no solo económicas) que los niños necesitan para su óptimo desarrollo. Esta Carencia emocional se transmite y amplifica de generación en generación, teniendo los descendientes cada vez menos herramientas para perpetuar el árbol de manera saludable, estando cada vez más vacíos y llegando a quitar a aquellos a quienes tienen la obligación de dar. Sólo un cambio de conciencia puede romper este patrón.

La Carencia puede adoptar también muchas formas, no sólo la de callar, mirar hacia otro lado y justificar, que es quizás la más común en la gente cuando no tienen el problema delante. Cuando sí lo tienen, puede adquirir la forma de sumisión, como fue la de mi madre, total y absoluta. También puede adquirir la forma de Maldad sibilina, que es la que considero que está más presente en el género femenino. No pega, pero sí culpabiliza, sí quiere lavar el cerebro, sí intenta establecer una complicidad con el agresor. Cuando hable de esta maldad en femenino, me referiré sobre todo a mi hermana.

Han sido muchos años en los que mi realidad fue esta. Lo veía todo según sus ojos, sus "errores", sus "equivocaciones", sus "no lo habrá hecho queriendo", sus "justificaciones", hasta que un día la vi. Después de pasarme años mirando al techo, me di cuenta de que SÍ habían querido hacerme daño y fue entonces cuando comencé a ver la Maldad sin adornos. Ahora escribo porque estoy segura de que hay gente que también cree que determinados comportamientos demuestran algo que no es justificable. Este blog trata sobre cómo la Maldad actúa en una sociedad occidental y aparentemente tan civilizada como la nuestra, pero a su vez tan infantil donde se niega por defecto que exista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario